martes, 17 de junio de 2014

Pequeño fragmento

"Desde cualquier lugar nos insisten en que seamos competitivos, ambiciosos, que tengamos éxito. La competitividad, la ambición y el éxito son los dioses de una sociedad especialmente próspera como la nuestra y ¿qué esperaban? Lo único que quieren es que la delincuencia juvenil se convierta en algo tolerable.
No van a la raíz del problema, que es detener todo este proceso de la guerra, de mantener un ejército, de ser ambicioso, de estimular la competencia. Estas cosas, que están arraigadas a nuestros corazones, son el muro de contención de la sociedad, dentro de la cual hay todo el tiempo una rebelión, tanto por parte de los jóvenes como de los adultos.
El problema no sólo es la delincuencia juvenil, sino que afecta a toda la estructura social, y no habrá ninguna respuesta mientras usted y yo no salgamos por completo de la sociedad, esa sociedad que representa la ambición, la crueldad, el deseo de triunfar, de llegar a ser alguien, de estar arriba. Todo ese proceso se basa en la búsqueda egocentrica de satifacción, sólo que lo hemos convertido en algo respetable".


-Jiddu Krishnamurti-
 
 
 
 
 
 
Funcionamos como un reloj o como una empresa fabricante de vehículos, todo lleva un orden, un proceso. Los procesos son mecánicos, tal como nos comportamos actualmente.
Yo no se dónde surgió o en qué momento se empezó a luchar por sobre salir, por ser cruel, estar arriba, pero si sé que todo el tiempo lo escucho.
Todos quieren ser el número uno en lo que hacen. En hablar, en jugar, en dinero, en fama, en conocimientos... 
Los adultos, nuestros padres y abuelos, nuestros maestros nos educaron así, sin darse cuenta. Y sembraron la semilla que ahora tenemos que arrancar desde la raiz. No es culpa de ellos, estaban ciegos, no pasa nada, teníamos que vivirlo así, para poder comprender.
 
Ahora debes arrancar desde la raiz, desde el mismo fondo, debe salir completamente para que puedas liberarte. Cuesta trabajo, pero hay que empezar.
Siempre que tengas un sentimiento de avaricia, enojo, odio, o que te sientas ofendido, incomodo, o que te sientas inferior o derrotada, en ese momento observate, ¿Por qué siento esto? ¿por qué y con qué me estoy comparando? ¿por qué respondo de tal forma?
 
Verás entonces que no hay ninguna razón para hacerlo, pero la programación te ha dicho que luches y te ofendas, que hay superiores e inferiores. Todo eso desechalo, date cuenta que nada puede tocar tu verdadero ser.
 
Observate frente a un espejo, te ves guapo o feo, linda o espantosa. Ese es el cuerpo, cuidalo, respetalo, amalo, procurale salud. Pero es pasajero, por lo tanto no puedes ser el centro de tu ser. Es una parte muy hermosa, que crece, que no eso estático, cada día cambia un poco aunque no lo notemos. Es inpermanente.
Pero hay algo más ahí que no se alcanza a ver. Algo que no es ni hombre ni mujer, que no es guapo o feo, que no es tierno o enojon, que no es odio, sino amor y eternidad.
Eso no puede ser dañado por palabras ajenas, no puede ser dañado fisicamente, no puede ser destruido aunque lo intentes.
Ese es tu centro y ese centro no es ni mejor ni peor que el centro de otro, dejen de ver la forma y el ropaje, son ilusorios en tanto que son pasajeros. La belleza, los titulos, el dinero, se acabarán, no te los vas a llevar de aquí...
 
No te servirá de nada tu título en psicología cuando te vayas de este mundo, ni tu mercedez benz, ni tu casa de playa. Lo siento, eso se va a quedar aquí. Si los tienes, disfrutalos, gozalos, pero no confundas la ilusión con lo eterno, no seas tonto.
 
Solo si puedes descubrir tu esencia, por ti mismo, no importa como lo hagas, pero hazlo, solo en ese momento podrás ver el mundo como realmente es, poco a poco caera el velo que esta ante tus ojos y podrás hacer un cambio verdadero.
Dejemos de adivinar cómo es estar despierto, despiertate...  dejemos de seguir ciegos, ni ven, ni saben para donde van. Deja al gurú que esta feliz con sus egos sutiles, deja todas las pantallas, deja la biblia, el corán, el gita...
Es que es tan obvio. Leemos testimonios sagrados, pero no nos hacemos sagrados. Amamos a un ser eterno, perfecto y divino, pero nos olvidamos de nosotros mismos.
 
Tu divinidad no esta en un libro, esta en ti mismo, en ti misma, en cada ser que habita este planeta maravilloso. En los animales, en las plantas, el aire, en la lluvia, ahí esta lo divino. Estan vivos, tienen la fragancia del creador, del amor. El libro no, es inherte, por mas verdades que encierre, no puede contener la vida misma.
 
Entonces, si quieres que el sufrimiento termine, muere a lo que aparentas ser y nace, a lo que realmente eres.
 
                                                                   - Zorca-

 

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