viernes, 2 de mayo de 2014

Vamos para afuera

Querido lector.

El mundo es enteramente mágico, somos seres mágicos, únicos, somos luz pura, contenemos la chispa del Creador. Estamos muy dormidos, nadie se recuerda así mismo.
¿La culpa de quién es? ¿Importa saberlo?

Sí es la política, si es la religión, si es la escuela o tu familia o los brujos malvados, o las máquinas o los zombies...

¿En realidad, de qué nos sirve saber eso?

Me gusta más la visión Zen.
No haces nada y todo sucede. No haces nada y crece la flor. Brilla el sol. No hiciste nada y estás aquí.
Es suficiente, realmente s suficiente. Ya está todo. Estás tú.

Así nos ayudaremos unos a otros. En el Amor. En el Tao. El Maestro Zen al aprendiz.
Todos como hermanos y hermanas.
No juzgar más. No somos el centro del Universo. Somos una Nada Total.

Te contaré una breve historia:


Estaba con Mescalito, un hermoso Maestro.
Tenía los ojos cerrados, las piernas cruzadas, la espalda recta y las manos entrelazadas.
Me sentía como una hermosa estrella, sentía cada punta.

Cuando tenía los ojos cerrados tuve algunas visiones muy interesantes.
Todo era luminoso, había una estrella de David, color azul, muy brillante.

Cada parte de ella brillaba con mucha intensidad y parecía un mapa.

En la parte sur de la estrella, la punta de abajo, llegaba una escalera, era como un camino,
una carretera, una manera de llegar a esa estrella.
Observaba cada detalle de la estrella, extasiado, era en verdad hermosa.
En la punta de arriba, al norte, había un ser mágico. Era un venado azul, hecho de luz
brillosa. Mientras veía me habló:

"Están sucediendo muchas cosas.
Estás viendo el camino, los estámos sacando,
los estámos trayendo hacía acá.
Los estramos trayendo a la luz".

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